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lunes, 7 de noviembre de 2011

Palabras mudas. Oidos sordos.



¿Sabés a dónde van las palabras que no se dijeron? 
¿A dónde va lo que no te permitís sentir?
Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido
pero se nos acumula en el cuerpo
y nos llena el alma de gritos mudos.

Lo que no decimos se transforma en insomnio, 
en dolor de garganta.
Se transforma en nostalgia, en destiempo.
Lo que no decimos se transforma en deuda, 
en asignatura pendiente.
Las palabras que no decimos, 
se transforman en insatisfacción, en tristeza:
en FRUSTRACIÓN.
Lo que no decimos, NO muere, NOS MATA.
Se transforma en trauma, 
en veneno que mata al alma.


Lo que no decimos te encierra en el pasado, 
se transforma en herida abierta.

Por eso, siempre digo todo lo que puedo y de la mejor forma,
para que la represión no me deje aprisionada, 
PARA SEGUIR VIVIENDO.

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